lunes, 6 de abril de 2009

¿Han escuchado algo sobre el Cabo?


Llegué a Montevideo en Cacciola, un buque que atraviesa el río desde Buenos Aires. Mi primer día en Montevideo se basó en conocer la ciudad. Hoy estoy confundido con respecto a ella, pero creo en los conocimientos adquiridos en el Pony Pisador, aquella vieja taberna que describe Tolkien, que hoy se ha convertido en un boliche en donde se baila rock n´roll del bueno. 

Luego de levantarme con dificultades y llevar al estómago algo de alimento a la prepo, salí hacia la terminal de buses. Buscando pasaje para Cabo Polonio, solo una línea lleva, y ni siquiera me dejó en Cabo Polonio

 

Era noche de tormenta, el terramozo me dijo: esto es Polonio. Miré por la ventana, y no veía nada, ni siquiera las lucecitas de la llama de las velas que veía en los pueblitos en los cuales bajaba gente. Desde hace rato llovía fuertemente, como no llueve en Lima, pero si en Buenos Aires, en Sao Paulo y por lo visto también en Uruguay. Te bajás o seguís.

 

Bajé en medio de la nada, suponía que me encontraba en la carretera, pero realmente no sabía donde estaba. La lluvia caía, me mojaba y los rayos que se estrellaban con el cielo, por ocasiones emitían una luz tenue. Inmóvil unos segundos y pensando que podría hacer, decidí emprender camino. !Nunca había visto una tormenta tan atroz en mi vida!

 

Chack chack sonaba mientras avanzaba, eran mis pies en charcos de agua, chack chack y de pronto mi pierna derecha se hundió profundamente hasta mi rodilla, perdí momentáneamente mi sandalia en el fondo de ese charco, la cual encontré finalmente tras una búsqueda insistente. No quería quedarme descalzo en medio de la nada.

 

Solo, mi mochila y yo.

 

Poco a poco desarrollé un método de ubicación. Esperaba que un rayo iluminara para poder ver un camino. De a pocos fui avanzando y adentrándome en lo que creía yo era el camino hacia el Cabo. No sabía donde mierda estaba. Mientras utilizaba este método, a lo lejos vi una lucecita, estaba lost total. L O S T. Vi la luz y traté de caminar hacia ella, pero no veía el camino, así que tuve que esperar otro rayo para que iluminara algo y memorizar el camino. Bad, bad; hasta que llegué.

 

Un gordo sin polo bajo la lluvia, un cerdo enorme. Le pregunté si sabía como llegar a Cabo Polonio, me dijo: ¿ves esa luz al fondo? Yo no veía nada. Es muy tenue, casi no se ve. Yo no veía nada. Al parecer no tenía muchos ánimos de explicar donde estaba la bendita luz, así q decidí caminar en la dirección que me dijo. Luego comprendí que él tampoco veía la luz, simplemente se lo sabía de memoria.

 

Esperé un rayo para poder ver el camino y así fui avanzando hasta que llegué a una cabañita desde la cual pude ver una luz muy tenue, a unos 300 metros, una luz absurda, casi inexistente. No había nada cuando llegué a ella, era una linternita apoyada en una mesa en el interior de una especie de recepción minúscula. Volteé a mirar a mi alrededor cuando de pronto escucho una voz ronca que me dice: ¿Vas hacia el Cabo? Volteo y no había nadie, de pronto, de debajo de la mesa en donde estaba apoyada la linterna aparece un tío virolo, un tío de susto. Estaba aterrado  Llovía, no paraba de llover y los rayos y truenos eran cada vez más intensos. Yo no lo había visto, me asusté jodidamente, solo vi el foquito de la linterna,  llovía y era de terror, el tío estaba debajo de la mesa y sus ojos estaban virolos. !Era una pesadilla! Pero a pesar de todo, guardé la calma.

 

-       Si, voy para el Cabo.

-       Son 150 pesos – le pagué- hace años que no había una tormenta así. Ahora métete al baño de atrás, cuando haga así (tocó la pared), sales. Aquí no hay donde no te puedas mojar, excepto los baños.

 

Y yo, !nooooooooooooooooooooooo! ¿Qué es esto?

 

Llovía y llovía. Tormenta y tormenta

 

Voy para atrás y encuentro una pareja metidos en un baño. Todos apestaban a mierda, jamás me metí a uno, me mojé, me llegó, a la mierda. Hacía un frío infernal.

 

A lo lejos se escucho el rugir de un motor abatido por los años de servicio. Habían pasado 40 minutos desde que había pagado mi ticket al Cabo. Por fin vi la luz del camión que en un principio no quería llevarnos. Tras regañadientas, al final accedió.

 

Nos subimos atrás y el conductor no quizo colocar el techo, estábamos empapaditos, ya eran casi las 10 de la noche. El camino no se veía nada, simplemente avanzábamos y nadie sabía hacia donde, solo el conductor.

 

Viajamos alrededor de 50 minutos en un camino de trocha, acompañados de la tormenta, lluvia y yo no había llevado nada de abrigo, solo tenía mi filmadora a la mano y mi mochila sobre el hombro. Saltábamos como en el tagadá.

 

De pronto sucedió algo increíble al mismo tiempo que aterrador. Mientras observaba hacia adelante para tartar de averiguar que era lo que nos rodeba, vi una ola de mar que rompía en la parte frontal del camión. Entramos al mar con el camión!!!! Entramos al mar!!!!!!!!!! No podía creerlo. Nos metimos al mar. Allí fue donde se apagó la maldita cámara.

 

Seguimos por la orilla, por momentos, el camion se metía al mar, por momentos a la arena. Se accede a Cabo entrando al mar, recontra copado, alucinante, bravaso.

 

A lo lejos vimos una luz que distinguimos era la de un faro, pero el camión parecía alejarse de él; cuando de pronto todo oscureció nuevamente, oscuridad total. El chofer se detiene, baja del camión y nos dice que hasta allí no más llegaba, no le estaba permitido avanzar más. Miramos hacia todos lados y no había nada, solo oscuridad.

 

La ultima luz que vi, fue la del camion alejándose hasta q se desapareció por completo. Lejos, lejos. Far, far away. Nos quedamos los tres ahí, sin saber que hacer ni a donde ir.

 

Silencio.

 

12 segundos de oscuridad

 

De pronto fue todo increíble, lo más espectacular que me ha pasado en la vida. Un súper estruendo. Un gran sonido destellando en el cielo por todos lados. Nadie podia escapar de ello. Era la luz más hermosa que he visto en mi vida, de forma muy extraña pero atrayente, conmovedora e hipnotizante; el rayo más impresionante, la luz más gigante, el grito de Dios que iluminó y lo pude ver todo. En cuestión de microsegundos, vi el pueblito más hermoso que había visto en mi vida. Sentí una energía enorme. Solo vi un destello pero ya lo había visto todo. Estaba convencido de que el lugar ya era increíble. Me emocioné. Grite, grite y grité. La pareja estaba confundida, supongo que me creyeron un orate porque no dejaba de mencionar lo espectacular que era este sitio.

 

Instantes después de que desapareciera el grito de Dios, a lo lejos distinguí una pequeña luz (¿otra vez?). Caminamos hacia ella, al menos yo creía que aún me seguían, realmente no sé si lo hacían. No me importaba porque había llegado al lugar más increíble del mundo. Yo ya estaba lleno de confianza.

 

Fue todo muy mágico.

 

La luz me llevó a una bodega, no hay energía eléctrica. Yo me reía como loco. Porque sabía y sentía la energía.

 

-       Hey, ¿conoces el hostal Del Cabo?

-       Si, es el que está al frente del mío. Como no queriéndome decir donde quedaba.

-       Y bueno, ¿donde queda?

-       Camina hasta el tanque de agua, el que está hacia la orilla.

-       Gracias.

 

Si, claro, de todas maneras llegaría.

 

Saliendo de la bodega me tope con dos chicas que improvisaban una lámpara con una botella de plástico y velas.

 

-       Hey, ¿para donde van?

-       A buscar un lugar donde acampar. O K...

-       ¿Vamos por ahí?

-       Si, vale.

 

Caminamos hacia otra luz lejana. Al llegar a ella nos dimos cuenta que era otra bodega en la que se encontraban cuatro tipos; entre ellos, el que atendía, y tres más desaliñados y con claros síntomas de alcohol y drogadicción. Acompañándoles, había una chica con un vaso de vino en la mano.

 

-       Hey, ¿conocen el hostal Del Cabo?

-       ¿Tú eres Jean Paul?

-       Este… si.

-       !Te hemos estado esperando! Todo el pueblo te está esperando. Nos dijeron que alguien llamado Jean Paul llegaría hoy por la noche.

 

Entró una chica a la bodega.

 

-       Mariana, él es Jean Paul.

-       Hola, yo soy Mariana, la administradora del hostal. Ven, vamos que te llevo.

 

Mientras caminábamos en la oscuridad y con una linterna de guía, Mariana me pregunta:

 

- ¿Ellos dos vienen contigo?

 

 

Y eso era solo el inicio.

 

 

 










Ahí te ves…

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