Allí estábamos, en una clase tornada de formas extrañas. Lo sentía familiar, pero ante mis ojos casi nada era reconocible.
Los poof habían desaparecido y ahora nos encontrábamos en carpetas escolares. Las vestimentas retrocedían en el tiempo y pensaba en lo ridículo que nos veíamos. Las medias altas, los shorts con tirantes y los anteojos de marcos gruesos reconocían al más imbécil de la clase. Pero ya no éramos niños. Somos nosotros, ahora.
Todos amaban los championes rojos de la maestra; ahora que me pongo a pensar en ellos, eran divertidos. Tenían unas líneas ondeadas blancas que los asemejaban al arte chino. A mí me parecían salidos de un trabajo de diseño gráfico experimental nunca aprobado y del cual te sientes orgulloso; si, de esos que tú has hecho.
Sabíamos que surgían pensamientos, más no quizás sentimientos entre muchos de nosotros, pero andábamos atento a ello. Uno siempre trata de adivinar quien está interesado en él.
Volteé y sabía que me mirabas.
Traías un vestido verde con bolitas rojas y a tu cintura llevabas atado un lazo rojo, intenso; combinaba perfecto con tus labios sensuales, rojos también. Los amaba besar. Al menos eso sucedía en mis sueños.
En un instante vino a mi mente tu visita al departamento y mi neutralidad al no atreverme a conjurar lo que ambos deseábamos. O la vez en que llegaron y mientras él se encontraba en el baño, me pedías a siniestras que te besara. O cuando estábamos tendidos en mi cama…
Lentamente te levantaste y no eras igual, algo traías debajo que ese vestido. Estabas gorda y ancha; con la cara hinchada (¡tu peor pesadilla!) y los pies regordetes. Tu vientre había crecido y sabía que no traías un hijo de la persona que decías amar. Traías un hijo mío. Tu novio me miraba firmemente a los ojos, pero él estaba seguro de que era suyo. Tu y yo sabíamos que no era así, pero me contaste que le dijiste que era suyo. El te amaba tanto que lo creía. El podía creerlo sin saber si era cierto del todo. Tú sabías que era mío pero no te atrevías a confesarlo. Yo sé que es mío, pero no busco destruir a lo que llamas “es lo que quiero”.
La complicidad sigue hasta el día de hoy, y no sé si en algún momento se concretará. Hoy me pides que te visite. Que has estado en cama un mes. Y que ya no estás con él.
Hola JP!
ResponderEliminara primera vista: amo la belleza y la frescura de Audrey, los videos que pusiste de las canciones están dentro d e mis canciones favoritas y las pocas frases que lei parcialmente de la totalidad de los escritos sonaron interesantes!
me debo leerlos mas profundamente..
vivis en buenos aires?
saludos!
te espero en el msn...